miércoles, 2 de mayo de 2007

4. Reunión

- No puedo llegar al departamento hoy, parece que va a ser una noche larga así que espero que ese lugar de que me hablas sea lo suficientemente bueno.
- Relájate, he ido un par de veces antes y siempre me quedo hasta el final paseando por los ambientes, pero si no te acostumbras vemos que otra cosa podemos hacer, el resto de los chicos también pedirán ir por allí si no les gusta.
- Me quedaría tranquilo sabiendo que, salvo por ustedes, no me voy a encontrar con alguien que conozca.
- ¿De quien estás huyendo ahora?
- Nada de otro mundo… ¿Recuerdas la chica que me pidió que le sacara unas fotos personales, esa que encontramos el Viernes anterior? No se porqué pero no me da buena espina, es su actitud de femme fatale la que me atrajo y ahora me descoloca.
- Clásico en ti, huyendo de lo que quisiste hacer. En ese sentido eres un buen asesino, nunca vuelves a la escena del crimen o a mirar el cuerpo del delito.
- No se trata de eso Martín, pero mientras termine luego ese trabajo de las fotos mejor será.
- Que así sea. Ana, la que nos la presentó, me comentaba que después de la separación Melisa se ha vuelto una adicta a los antidepresivos y ha empeorado con que le hayan quitado la custodia de su hija. Sabes que entre tanto conflicto personal las mujeres como esas tratan de hacer cosas nuevas y arriesgadas, de todas formas ya no tienen mucho que perder.
- Pues debería dejar de tomar pastillas con estrella verde y probar estas plantas. ¿Vamos? Se nos está haciendo tarde.

Tomaron el auto de Martín y fueron en dirección a casa de José donde los esperaba el resto del grupo, entre ellos Julio. Pensaron que en vez de encerrarse entre amigos en un lugar que ya conocían lo mejor era buscar un nuevo lugar y nueva gente. Para cuando llegaron al primer destino un Julio irreconocible los recibió en la puerta, pues su pelo había desaparecido por completo y estaba más flaco que antes del viaje, algo que de todas formas no los impresionó con lo impulsivo y radical que él podía llegar a ser. El auto se llenó de personas con vidas demasiado particulares, cinco tipos que viviendo diferentes etapas de la vida terminaban por conjugar en la vieja amistad que cultivaron conociéndose entre bares. El último de ellos en unirse era Marcos, pareja de José, un tipo que a pesar de su poca convicción con salir en grupos terminaba por intentar hacerse parte en la vida que llevaban juntos, acompañándolo en ocasiones a salidas como esta. Nunca se habló de tolerancia entre el resto de los amigos, era una idea que siquiera le habrán dado una vuelta
Obviamente nadie quería tocar el tema de la muerte del padre de Julio, pero él mismo habló cuando bromeaban respecto a su calva en el auto.

- Fue raro esto de cortarse el pelo. Hace unos años atrás, antes de conocerlos, después de terminar con una novia también me rapé porque ella siempre experimentaba cortes diferentes conmigo, y por lo mismo, como para dar por finalizado algo mutuo lo hice. Durante ese tiempo mi viejo me comentaba lo mal que me veía, pero que igual me daba una imagen más seria, así que en cierta forma es hasta un tributo.
- En algo te entiendo (dijo Marcos), a mi me pasa lo mismo con los malos ratos en la casa. Cambio los muebles de lugar cada vez pasan esas cosas; el otro día tuve una discusión con José y al final fue él mismo el que me terminó por ayudar a ordenar.
- La diferencia es que tú tratas de esconder algo en un nuevo orden mientras Julio anda con la historia a cuestas sin cambiar los lugares (habló José). Creo que eso es una buena terapia cuando es algo más rutilante que una simple discusión.
- ¿Pero te sientes diferente ahora que te cortaste el pelo? (preguntó Marcos) Porque déjame decirte que llegaste más flaco del viaje, lo que te hace ver más viejo que de costumbre.
-No… en algún momento tenía que dejar de ser el eterno niño del grupo. Además los pelados tenemos más llegada con las mujeres.
- Esos son los que tienen canas, por lo tanto pelo (bromeó Juan). Siento que esta discusión no va por buen camino… Julio ¿Te molesta estar calvo?
-No…
- Problema solucionado. Marcos, ¿Te molesta andar cambiando los muebles cada vez peleas con José?
- Me molestan las peleas más que cambiar los muebles.
- Entonces creo que esto es un problema de relación de pareja escondida detrás de una idea diferente… Por eso mismo opté por mi largo exilio respecto estar con alguien, eso de pelear sin decirse, sinceramente prefiero que el café me mantenga despierto antes que pensar en otra persona. Y obviamente prefiero salir sin preocuparme de alguien que se demora más en vestirse que yo, el tiempo es oro en momentos como estos.
- Por eso la homosexualidad está tan en boga, parece hasta más práctico (acotó sonriendo Martín)
- Los heteros de hoy no entienden a pesar que estamos en la misma situación… Yo fui criado por mi mamá, mis tías, mis primas y mi hermana, de hecho nunca conocí a mi viejo, hasta que un día me pregunté si realmente lo que necesitaba era otra mujer en mi vida persiguiéndome y criándome. La pregunta no fue determinarme en una opción, si no más bien aceptarme en una orientación propia de la vida. Después de eso me sentí seguro de lo que tenía y lo que quiero (acotó José mientras prendía un cigarro).
- Aún así sigo creyendo que eres un heterosexual no asumido. Si yo no tengo pareja estable es porque no quiero volver a la crianza hasta que llegue a los treinta y tantos y sienta que se me va el tren. Después me casaré y me divorciaré unas tres o cuatro veces, como lo hace todo el mundo hoy en día. Cuando me aburra me pegaré un balazo y fin del tema.
- Si, pero que no se te olvide que tus hijos repartidos por el mundo pueden andar detrás de ti esperando, acechando cualquier movimiento en falso para calzarte con todo lo que les debes (habló Martín).
- Eso no me importa… me estoy gastando toda la plata apenas la tengo en las manos, no tengo nada que perder y nada que entregar salvo amor.
- Ni con el amor de Ghandi te vas a salvar de la pateadura si no andas con plata para pagar quien sabe que cosa que deban sus hijos… Cuando salía de vacaciones con mi viejo me hacía jugar a los detectives, cada vez que pasábamos por los lugares donde vivió no se sacaba los lentes de sol ni en las noches para que no lo reconocieran. Si incluso la última vacación que pasamos juntos tuvimos que salir corriendo en el auto sin pagar de una bencinera porque reconoció a una mujer, y te digo que a esa altura ya estábamos lo suficientemente viejos como para jugar a algo.

Para cuando llegaron la sorpresa fue que Martín decidió cambiar los bares por una sesión electrónica en un lugar más o menos alejado de la ciudad, con lugares al aire libre, otros en carpas y con mucha gente. El lugar tenía una onda especial y se podía elegir muy fácilmente donde se quería estar con solo ver a la gente y sus estados. Como era de esperarse Martín partió con Juan a comprar unos tragos para todos después de instalarse en una mesa en una de las carpas donde sonaban canciones de los años ochenta y se proyectaban sus videos.

- Es raro, pero siempre he sentido que los ochenta son una época conflictiva a nivel musical (comentaba Julio). O sea, las bandas que me han gustado siempre tienen toda una historia con esos años donde han hecho su mejor trabajo, pero siempre he discriminado esa época con este rollo del Glam, de los Soda Stereo cantando “mi novia tiene bíceps” y en general con mis tíos ochenteros. Pensar en esas chasquillas, esa ropa tan fea y tan colorida, en esa supuesta capacidad de hablar de la vida y la libertad cuando nunca antes habían estado tan presos de algo… no sé, si hubiese tenido conciencia en esos años me iba a Inglaterra a ver a los Smiths antes que se separaran.
- Lo que pasa es que lo primero que tienes que saber cuando tienes conciencia es que desde la guerra fría todo, pero todo, lo que tuviera que ver con identidad era comercio. La idea era comprar los discos, las poleras, copiar los peinados y en general plagiar descaradamente si tenías una banda. Tú escuchas a los Soda ochenteros y eran los Cure traducidos a los sudamericanos tíos oficinistas. Pasa lo mismo hoy en día, pero antes se notaba más porque las tendencias eran marcadas, si eras punk te tenías que vestir de punk, piratear los discos… era una cuestión de actitud que te hacía echar raíces respecto a una posición. Yo soy de esa época y lo único que quería era que los Clash tocaran alguna vez en Chile mientras los odiosos que escuchaban a G.I.T. los tenían cada dos días tocando. Por eso nos juntábamos con los amigos para armar una banda y tocar covers que nos gustaban, de hecho estuvimos tocando en un tributo a The Smiths incluyendo algunos temas propios. No nos presentaba la Raquel Argandoña “del pueblo” (sonreía Marcos mientras hacía las comillas con los dedos), de la galería, pero después de nosotros aparecía alguna chica desnuda haciendo performances sobre la libertad. ¿Me entiendes a que quiero llegar con todo esto?
- Creo que te sigo, pero creo que de todas formas estar lejos de los ochentas es plantearse en una identidad diferente.
- Claro, pero detrás de todo esto es que la identidad ha sido sostenidamente un negocio, si hasta el más contestatario tenía que comprarle los cassettes a algún pirata que los compraba por docena. El asunto detrás y que lo pongo como personal, es que la capacidad de crear antes que solo consumir lo que te entregan es el conflicto. Si eras capaz de odiar el sistema, a tu vecino que escuchaba Guns and Roses a todo volumen, a G.I.T., podrías ser capaz entonces de crear algo desde lo que te gusta. Cuando comienzas a crear puede que generes más dinero y sustentes lo que no te gusta, pero también eres un referente para otras personas y con eso tomas puesto de avanzada y gente que si te entiende y se entiende desde lo que tú dices. Cerati, Jorge Gonzales, Robert Smith, Joe Ramone, hasta el inentendible de Morrisey son ejemplos vivientes; marcaron una época y con ello también lo que hoy somos. Y déjame decirte que me siento muy bien de lo que soy hoy en día. Imagino que tus tíos ochenteros sabían todo esto pero nunca tocaron el tema, simplemente te escapabas de ellos cada vez que ponían a Sexual Democracia.
-Jajaja, de hecho así era…
- De todas formas (decía José) cuando me mostraste fotos de esos años te veías muy ridículo… las hombreras y el pelo así solo le vienen a Morrisey…

Como Martín manejaba en esa ocasión optó por el agua mineral, mientras el resto aceptó variedades de Vodka y uno que otro trago con nombre exótico. Al rato después el grupo se disolvió para conocer el lugar, Martín, Julio y Juan para fumar por allí a escondidas, mientras José y Marcos iban a la pista principal. Luego de un par de horas todos (salvo Martín) estaban lo suficientemente borrachos para acercarse a los grupos de mujeres que andaban por allí, aprovechar de intercambiar números de teléfono, hablar de uno que otro tema, fumar sin esconderse, besarse sin mucho pudor y dejar abierta la invitación a seguir todo esto a una chicas que llegaron como ellos a la casa de Julio. Pero en el fondo todas las ganas que tuvieran las chicas que invitaron (y las mismas que tuvieran ellas) quedarían para otra ocasión, pues en el fondo no olvidaron que esta era una reunión de amigos para estar entre ellos, para que Julio saliera por un rato del tema del aniversario y para volver a casa tarde para ver hasta donde duraba todo esto. Así, y cuando ya eran cerca de las seis de la mañana, cuando la barra ya había cerrado, el cansancio empezaba a pasar la cuenta a pesar del par de rayas de cocaína que habían aparecido durante las aventuras por los otros ambientes y la gente que no se quería mover, subieron al auto a la casa de Martín para acomodarse entre sillones, para esperar la mañana viendo una película, para fumar lo que dejó la fiesta y comer algo. Pero pararon un par de cuadras antes del departamento donde Carlos pasaba la noche con su ex novia a comprar cigarros y un par de jugos naturales. Como Marcos, José y Julio dormían, Juan quiso bajar para quitarse el sueño de encima. Mientras compraba y cuando se acercó a la caja se sintió observado por una chica que lo miraba de reojo, tomaba café y fumaba un cigarro escondida detrás de una revista.

- Hola… ¿Nos conocemos de algún lado? (preguntó él)
- Creo que te vi saliendo del departamento donde vive Carlos ¿Eres su compañero?
- Si, Me llamo Juan… ¿y tú eres?
- Antonia, la nueva vecina. Perdona si molestó el desorden en el pasillo.
- En realidad ni siquiera me preocupé… Tu acento es diferente ¿De donde eres?

Antes de responder ella miró por la ventana cuando los tipos con los que vivía la llamaban a subir a un auto luego de bajarse de otro.

- Lo siento, me tengo que ir… ojala podamos conversar más largo si nos vemos en el edificio.

Ella se subió al auto con los otros tipos y Juan pensó lo sospechosos que parecían los acompañantes de Antonia, como sacados de esas películas que veía con Carlos. Como fuese, lo que más le impresionó fueron esos ojos que lo observaban tan detenidamente y a la vez tan escondidos, mostrando cierta pena, esperando una respuesta. Cuando subió al auto Martín le preguntó quien era ella.

- Mi nueva vecina, Antonia. Dice que me vio saliendo del departamento. No puedo recordar si había alguien en el pasillo, pero si la hubiese mirado a los ojos cuando salía me habría acordado. Ya conoció a Carlos…
- Estábamos estacionados al lado del auto donde estaban sus acompañantes. Eran raros, metieron una bolsa negra al portaequipaje y creo que uno de ellos andaba con un arma en la chaqueta.
- También me parecieron extraños, pero asumo que también ella era diferente. Lo del arma es una tontería, pudo ser cualquier otra cosa… Vamos a tú casa, quiero comer algo.

2 comentarios:

rom rom dijo...

ya tiene musica por si misma. es de air,jaja. ¿hurto? puede ser... pero google me dio una traduccion que puede hacerlo pasar desapercibido...

Andre dijo...

no creo que este blog este falto de visitas, por mi parte etoy esperando el prox capitulo (no todo se debe comentar... o si?)

besos....